Por Raymundo Padilla Lozoya*

El huracán Patricia es un ejemplo muy representativo para que toda la sociedad comprenda que el «fenómeno natural» NO es sinónimo de desastre. Y que el potencial físico del meteoro NO es proporcional a la magnitud de un desastre. Por ello aunque el huracán fue el más potente registrado en la historia, NO fue detonante del mayor desastre en la historia de Colima. El mayor desastre documentado en la historia del estado de Colima, asociado a un huracán, aún es el ocurrido el 27 de octubre de 1959. En ese antecedente, los daños locales fueron numerosos y extremadamente costosos. Tan sólo en el pueblo de Minatitlán, Colima, murieron cerca de 300 personas y más de 40 viviendas fueron arrasadas. Y cabe señalar que también en los estados de Jalisco y Michoacán se reportaron pérdidas humanas, inundaciones en diversas localidades y perjuicios económicos.

Jardín de Manzanillo
Jardín de Manzanillo tras el impacto del huracán del 27 de octubre de 1959

Todos los desastres son el resultado de un proceso histórico de construcción de “riesgos” y “vulnerabilidades” que involucran varios factores, pero principalmente una “población expuesta”, que cuenta con “limitadas capacidades de preparación, prevención y respuesta” ante una “amenaza”. En todo desastre existen siempre esos factores. Sin una amenaza no hay desastre. Sin amenaza no hay vulnerabilidad. Y sin vulnerabilidad no hay amenaza. Sin exposición no hay amenaza. Y sin vulnerabilidad la amenaza es mínima.

Las capacidades de preparación y la reducción de la exposición, explican por qué hasta hoy no se ha confirmado oficialmente alguna pérdida humana, ante el huracán Patricia, de “categoría 5 plus”, según lo nombraron algunos meteorólogos. Reducir la exposición de la población fue posible con el alertamiento oportuno y el desplazamiento de los vecinos que residen en las localidades en mayor riesgo. El desplazamiento fue clave para evitar los impactos de los vientos, marejadas e inundaciones. Y es preciso destacar que la zona donde ingresaron el ojo del huracán y sus paredes de vientos muy intensos, se encuentra poco habitada.

Consejo de protección Civil
Reunión del Consejo de Protección Civil ante el huracán Patricia

Se debe destacar que el Sistema Nacional de Protección Civil realizó un trabajo muy eficiente. Fue evidente una coordinación entre los tres niveles de gobierno. Y la sociedad atendió el alertamiento, las recomendaciones y se protegió en viviendas propias o de familiares y amigos, resistentes a los vientos y distantes de las inundaciones más severas. Sin embargo, aún se debate si el discurso fue exagerado o no. Es preciso recordar que en casos anteriores, los ciclones Ingrid, Manuel y Odile, afectaron a miles de ciudadanos debido al alertamiento insuficiente. Sin embargo con el huracán Patricia, las afectaciones humanas en fallecidos, desaparecidos y heridos, son menores. Los meteorólogos esperaban una destrucción total y mortal, pero se redujo la intensidad del meteoro, así como la zona de ingreso de los vientos más veloces, y se disminuyó la exposición de la población, por ello, los efectos mortales fueron menores. Falta evaluar el costo del desastre, pero es un proceso que tomará días o semanas. Hasta ahora en Colima se ha mencionado una cifra de 100 millones de pesos. Mientras que en Jalisco se han cuantificado 7 mil viviendas afectadas en 49 municipios y 1770 productores en 10 mil 648 hectáreas.

Aún existen incógnitas con relación a las características físicas del huracán, pero en general, para los vecinos de Cuastecomates el meteoro duró seis horas. Sin embargo el desastre durará semanas, meses y años en algunos casos. El apoyo mutuo es un antiguo recurso que han utilizado las poblaciones en desgracia. Se concreta por medio de las redes sociales existentes entre la familia y amigos. Para los sociólogos las redes de ayuda son el capital social que despliega la población para enfrentar la emergencia. Y para algunos “desastrólogos”, esas fortalezas sociales son conceptualizadas como “resiliencia”. Y se entiende que la sociedad es como una red con múltiples nodos que le dan solidez a pesar de tensionarse demasiado con un desastre. Eso evita que reviente, es decir, que la comunidad se fragmente, migre o se extinga.

Ramada en ManzanilloEs muy grande el reto que tienen diversos pueblos de Jalisco ante la tragedia. Pero también es notable que en esos poblados la pobreza ha sido crónica y ya había un desastre social cuando impactó el huracán Patricia. Por ello es necesario que se evite regresarlos a la “normalidad”, porque la mayoría de las veces eso significa llevar a los vecinos a las mismas condiciones de vida que tenían antes, con lo cual estarían nuevamente vulnerables ante otro huracán. Este acontecimiento es una oportunidad para replantear el desarrollo de estas localidades expuestas a una amenaza natural anual. La reconstrucción debe plantearse en el marco del desarrollo social más conveniente y con base en el aprovechamiento sustentable de los recursos disponibles. Y se deben evitar las reconstrucciones que violan los códigos de construcción, la Ley General de Asentamientos Humanos, Ley General de Protección Civil, Ley de Aguas Nacionales, etcétera, porque si se violan éstas, se reconstruirán las condiciones de riesgo y se abrirá la puerta para un nuevo desastre.

Véase:

Padilla Lozoya, Raymundo 2006 El Huracán del 59, Historia del Desastre y Reconstrucción de Minatitlán, Colima, Universidad de Colima y H. Ayuntamiento de Minatitlán, Colima.

Padilla Lozoya, Raymundo 2005 Historia oral del huracán de 1959, en: https://www.youtube.com/watch?v=fMLWx98bgSc

* Profesor e investigador de la Universidad de Colima e integrante de la REDESClim (Red de Desastres Asociados a Fenómenos Hidrometeorológicos y Climáticos) y ALARMIR (Red Internacional de Seminarios sobre Estudios Históricos de Desastres).