Para mi Beatriz, compañera de todos mis viajes.

En pocos lugares donde he trabajado la gente sabe tanto de la historia de su pueblo como en Cuyutlán, Colima. Desde las primeras entrevistas noté que las personas identifican los procesos de cambio que han sido significativos para el beneficio y perjuicio de la comunidad. Algunos no recuerdan con precisión las fechas, pero distinguen claramente cómo las salinas, el turismo, las huertas y el ejido han condicionado la existencia de Cuyutlán hasta nuestros días.

Estoy investigando en Cuyutlán las estrategias de adaptación asociadas a los riesgos por ciclones tropicales, las cuales hipotéticamente pueden ser identificadas en los relatos de entrevistados y con suerte en algunos documentos históricos. Pero, para identificar una sola estrategia, es necesario conocer el contexto y los sucesos históricos en que surge, se pone a prueba, se generaliza y perdura durante cierto lapso y puede desaparecer cuando se vuelve innecesaria porque algo cambió.

Por ejemplo, según testimonios audio-grabados, durante muchos años los huerteros de Cuyutlán combatieron contra una población numerosísima de cangrejos llamados localmente “ticuices”. Estos crustáceos azulados salían de entre la arena del mar por las tardes o en la noche, avanzaban con sigilo como cualquier infantería alrededor de las casas de madera, cruzaban el pueblo, luego la vía del tren y al llegar a las huertas arrasaban con sus tenazas todos los retoños y plantas sembradas para alimentarse. Ante tal infantería, los huerteros diseñaron un sistema de trincheras profundas alrededor de las plantaciones para limitar el avance del enemigo y ahí lo esperaban tarde y noche con machete en mano para enfrentarlo. Cuando los ticuices caían dentro del largo pozo, les resultaba difícil salir porque unos tiraban a los otros y entonces los huerteros avanzaban a lo largo de la trinchera aniquilando a cada uno. Después, como a cualquier enemigo despreciable, se les juntaba y los tiraban a los porcinos para que se alimentaran. Decían: “Los ticuices pa`los puercos”.

Entrada a Cuyutlán, inmortalizada en 1978 por Emilio "El Indio" Fernández en la última película que dirigió, llamada "Erótica", la cual fue protagonizada por Jorge Rivero, Rebeca Silva, Jaime Moreno, Emilio "Indio" Fernández y Elizabeth Dupeyron. (Imagen tomada de la película Erótica)
Entrada a Cuyutlán, inmortalizada en 1978 por Emilio "El Indio" Fernández en la última película que dirigió, llamada "Erótica", la cual fue protagonizada por Jorge Rivero, Rebeca Silva, Jaime Moreno, Emilio "Indio" Fernández y Elizabeth Dupeyron. (Imagen tomada de la película Erótica)

Hasta aquí el relato descrito en entrevistas parece no tener algo relacionado con una estrategia asociada con los riesgos por ciclones tropicales. Pero resulta que los graves problemas que ha enfrentado históricamente el pueblo de Cuyutlán, cuando lo han impactado huracanes, son la carencia de alimentos y la incomunicación. En las huertas solían plantar frijol, maíz, sandía, melón, algodón, mango, plátano, etc. y los ticuices eran capaces de devorar todo el plantío literalmente, dejando sin alimento a las familias de los huerteros. Sin embargo, cuando los ticuices invadían Cuyutlán, los salineros sabían que debían cosechar inmediatamente la sal, porque los ticuices anunciaban inequívocamente la llegada de una tormenta o el inicio de la temporada de lluvias. Las tormentas o lluvias, antes que se implementara el plástico -de eso hace apenas 16 años-, para evaporar el agua y obtener la sal, disminuían la salinidad del agua y terminaban con la producción. Y si además los ticuices destruían en junio los plantíos de diversos productos agrícolas, la población quedaba desprovista de recursos durante los meses de septiembre y octubre en que han sido recurrentes los impactos de ciclones en Cuyutlán.

Entrada a Cuyutlán actualmente (Foto Ray Padilla)
Entrada a Cuyutlán actualmente (Foto Ray Padilla)

De esta manera, la observación reiterada del avance de los ticuices, la reacción de los salineros, el atrincheramiento y ejecución de los ticuices, y el aprovisionamiento de sal y productos agrícolas, componían una estrategia preventiva ante una posible crisis económica y alimenticia en caso de una emergencia detonada por un ciclón tropical que inundara o incomunicara a Cuyutlán. Actualmente los ticuices han desaparecido misteriosamente, sólo quedan en el recuerdo de algunos cuyutlenses, no así los ciclones tropicales que siguen siendo una amenaza, que antes era anunciada por los ticuices.

Entrevistar, relacionar, interpretar, deducir y redactar, son labores que requieren meses completos de transcripción, selección, registro, comparación y fichas, para completar el relato de una estrategia de adaptación que permitió por un largo tiempo a una comunidad sobrevivir con base en las características de su medio ambiente. Antes que hubiera carreteras, radio, televisión, helicópteros y equipos de respuesta a emergencias, ciertas estrategias sociales determinaban la sobrevivencia de algunas comunidades recurrentemente amenazadas por fenómenos naturales extremos.

Sería extraordinario ilustrar con imágenes los relatos como el que he presentado. Sin embargo pocas fotografías históricas de Cuyutlán se encuentran resguardadas en archivos públicos y la mayoría están dispersas en colecciones particulares. Ojalá que quienes cuentan con aunque sea una fotografía histórica de Cuyutlán, la comparta y colabore con este esfuerzo por relatar e ilustrar qué ha sucedido en este histórico pueblo sin historia escrita… aún.

Pd. Si alguien desea contribuir y compartir una fotografía histórica de Cuyutlán, con gusto acudiré a digitalizarla. Pueden contactarme en raypadillalozoya@hotmail.com y raypadillalozoya@gmail.com o al (312)1071523

* Licenciado en Letras y Periodismo, maestro en Historia y doctorante en Antropología en el CIESAS DF. Integrante de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos. Blog: https://raypadilla.wordpress.com/